Cuando hablamos de la movilización del paciente hacemos referencia a los cambios realizados en la postura corporal del paciente encamado, para prevenir la aparición de úlceras por presión y otras complicaciones derivadas de la inmovilidad. De este modo, ayudamos al paciente a mantener una postura adecuada para favorecer su bienestar, proporcionando seguridad al mismo tiempo.
Existen múltiples posiciones en las que se pueden colocar a los pacientes. A continuación expondremos las más habituales y que todo personal de enfermería debería conocer:
Decúbito supino: esta posición es la que comúnmente denominamos boca arriba, estando el paciente acostado sobre su espalda. A la hora de valorar las posibles complicaciones debemos considerar los puntos de presión que se presentando con esta postura, entre los que estarían el occipucio, omóplatos, codos, sacro, y talones.
Decúbito prono: esta describe al paciente acostado boca abajo, sobre el abdomen, y con la cabeza girada hacia un lado. Mientras se mantenga así, debemos ser precavidos con codos, costillas, rodillas, la cara anterior de los muslos, y los dedos de los pies.
Decúbito lateral: hace referencia al paciente acostado sobre un lado del cuerpo, sea derecho o izquierdo. En esta posición deberíamos tener en cuenta, dentro del lado apoyado, la oreja, hombro, codo, trocánter, cresta ilíaca, caras laterales de las rodillas, y talones.
Posición de Fowler: se coloca al paciente semisentado, con cabeza y tronco elevados entre 15º y 90º, pudiendo diferenciar según el ángulo Fowler alto, Semifowler, y Fowler bajo. En esta postura deberemos vigilar la zona occipital, escápula, sacro, isquion, la región poplítea, los talones, y la planta de los pies.
Posición de Sims (derecha/izquierda): en esta el paciente se sitúa en una posición semiprona, con la pierna superior más flexionada, el brazo inferior colocado a lo largo de la espalda, el superior flexionado, y el tórax inclinado hacia delante.
Es responsabilidad tanto del personal de enfermería como de las auxiliares y celadores, que el paciente encamado mantenga cambios de posición constantes a lo largo del día, variando tiempo de sedestación para las horas de comida, con las siguientes posiciones en las horas de descanso. Un mal control de los cambios posturales pueden traer complicaciones que se relacionen con una mala atención asistencial.
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