COMUNICACIÓN DE MALAS NOTICIAS

La comunicación de malas noticias es una de las tareas más difíciles, que día a día, debe enfrentar el personal sanitario. Una mala noticia puede definirse como aquella que altera la perspectiva del paciente, o sus familiares, en relación con su futuro. El resultado es un desarreglo emocional o de comportamiento que persiste un tiempo después de que la mala noticia es recibida.

La reacción que se pueda producir en cada paciente ante una mala noticia va a depender de varios factores como la personalidad, el apoyo familiar que reciba, por el momento en el que se encuentre la persona, entre otros. Otro factor a tener en cuenta es que, el receptor de las malas noticias no olvida nunca dónde, cuándo y cómo se le informa de ella.

 

Considero que, como enfermera, para dar una mala noticia es importante tener buena comunicación con el paciente, reunir toda la información del enfermo y todo lo relacionado con su enfermedad. Todos los datos que aportemos deben ser comunicados de forma sencilla, comprensible y clara. Así pues es importante intentar reducir el impacto emocional que la mala noticia puede provocar, asegurando un lugar privado, tranquilo, evitando cualquier tipo de interrupción y dándole la opción al paciente de estar acompañado por algún familiar y poder preguntar cualquier tipo de duda que le surja.

Cuando el receptor no responde ante la mala noticia o se encuentra en estado de shock debemos fijarnos también en el lenguaje no verbal, que pueden darnos pistas sobre el estado y el pensamiento del paciente.

 

La comunicación de una mala noticia para un enfermero, como ya dije, resulta una de las tareas más complicadas, que puede afectarle también amínicamente, haciéndoles pasar por un mal rato. Resultará más o menos difícil en función de la personalidad y lo empático que sea cada uno pero, no deja de ser una situación desagradable.

  

Si algún día tengo que recibir una mala noticia sobre la salud de uno de mis familiares me gustaría poder estar presente para poder apoyarle en todo momento, permitiéndonos, tanto el familiar afectado, como yo, como el resto de la familia, estar días mal.

Que nos informen de la evolución de la enfermedad a largo y corto plazo, los posibles tratamientos, etc, sin culpar en ningún momento al personal sanitario, ya que estos están haciendo su trabajo, y evitando cualquier reacción violenta de alguno de mis familiares.

Acompañar en todo el proceso a mi familiar afectado e intentar entre todos hacérselo más ameno, ofreciéndole también, en caso necesario, diferentes ayudas que nos proporcionan otros profesionales como pueden ser los psicólogos.