Cuando el personal sanitario se presenta ante una emergencia, debe conocer el protocolo de actuación y saber desenvolverse con rapidez y eficacia, puesto que de eso podría depender la vida del paciente. Una vez se realiza una valoración primaria rápida en la que se compruebe la consciencia, respiración y la presencia de grandes hemorragias, y se logre estabilizar al paciente frente a estos indicios de primera importancia, se iniciará la valoración secundaria.
Lo primero que se debe realizar en esta valoración es el examen neurológico básico de movilidad y sensibilidad que responde a las siglas AVDN: Alerta, Respuesta verbal, Dolor o Nada. Para ello nos ayudaremos de la Escala de coma de Glasgow, en la cual analizaremos la respuesta ocular, verbal y motora. Esta escala cuenta con una puntuación mínima de 3 y una máxima de 15, pero si tras realizarla obtenemos una puntuación inferior a 8 es que estamos ante un problema de seria gravedad.
En el primer parámetro, la respuesta ocular, debemos identificar 4 niveles: Respuesta espontánea, respuesta a la orden verbal, respuesta al dolor, y falta de respuesta. En cuanto a la respuesta verbal deberemos calificar si el paciente se encuentra orientado y conversando, desorientado y hablando, soltando palabras inapropiadas, murmurando sonidos incomprensibles, o lo que es peor que no exista ninguna respuesta. Por último estaría la respuesta motora, en la que debemos analizar 6 niveles: si obedece a una orden verbal, si es capaz de localizar el dolor, si realiza una correcta retirada y flexión de miembros, si la flexión es anormal, tan solo existe extensión, o ninguna respuesta. La suma de cada valor que tiene en la tabla las distintas variables mencionadas nos dará el resultado de la Escala de Glasgow, la cual nos puede ayudar a valorar objetivamente el nivel de consciencia del paciente, y la situación de su función neurológica.
Por otra parte, otro factor a tener en cuenta que puede ayudarnos a valorar los posibles daños neurológicos son las pupilas, con su tamaño y simetría. El tamaño normal de las pupilas está entre 2 y 5 mm, si son más pequeñas hablaríamos de miosis, y si son más grandes de midriasis. Deben ser reactivas a la luz, y presentar un mismo tamaño (isocoria). Si detectamos una anisocoria, es decir, un tamaño diferente entre las dos pupilas, es un claro indicio de que existe daño cerebral agravado.
Por último, una vez realizado el examen neurológico básico, deberemos continuar la valoración secundaria tomando las contantes vitales, y realizando un examen de cabeza a pies en búsqueda de otras posibles lesiones y traumatismos que no hayan sido valorados todavía.
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