En pacientes con patología renal, donde se vea afectada sustancialmente la funcionalidad de los riñones, y por tanto de los desechos que se encuentra en la sangre, se suele derivar al paciente a iniciar un tratamiento con hemodiálisis, que en pocas palabras se puede definir como un dispositivo capaz de simular la funcionalidad de los riñones, filtrando la sangre de las sustancias de desecho procedentes de los metabolismos de todo el organismo.
El proceso consiste en que la sangre perfunde un dispositivo llamado dializador para eliminar las toxinas y el exceso de líquidos acumulados. Para ello es necesario conseguir un acceso de la sangre para poder eliminar los residuos, los accesos pueden ser de distintos tipos: las fístulas son uniones entre una arteria y una vena mediante un procedimiento quirúrgico, generalmente se realiza en la cara dorsal del brazo, esta técnica es la que mejor resultados brinda. Otro método es mediante catéter en una vía venosa central, este catéter presenta dos vías, una donde la sangre va hacia el dializador y otra donde la sangre va desde el dializador hasta el torrente sanguíneo del paciente. Esta técnica es menos efectiva y es más susceptible a infectarse, y si ese fuera el caso, es sumamente peligroso por el enorme tamaño que tienen las venas y arterias centrales como al subclavia. Semanalmente se requiere unas 12 horas de hemodiálisis, esto se puede repartir de distintas formas, ya sean 3 veces durante 4 horas, o 4 días durante 3 horas. El equipo necesario para la realización de este proceso es a parte de la máquina, un equipo compuesto por nefrólogos y enfermeros.
Existe una hemodiálisis domiciliaria, en casos de pacientes que no pueden por distintos motivos acudir al hospital o centro de salud. En este caso una empresa acudiría al domicilio del paciente proporcionando todos los medios materiales y humanos para el correcto funcionamiento del proceso.
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